El último día del Festival sucederá en las calles de uno de los barrios más emblemáticos de la porteñidad. Un paseo por su historia y actualidad reafirma su identidad como el corazón teatral de Buenos Aires.
El día de cierre del Festival estará impregnado de los aires porteños de un territorio urbano mágico y misterioso, corazón teatral de la Ciudad. Este barrio que no figura en los planos formales (porque en realidad está en la confluencia de Almagro y Balvanera), tiene una historia propia marcada por Carlos Gardel (“el morocho del Abasto” para el mundo) y el gran mercado distribuidor de frutas y verduras que le dio su nombre. Ahora convertido en shopping, éste es un icónico edificio que mantiene su bella e imponente arquitectura original en medio del barrio.
Desde comienzos de la década de los años 90 ocurrió a su vez, una persistente puesta en valor general -material y simbólica- que ahora lo exhibe en todo su esplendor, con variados atractivos que incluyen un sólido e influyente circuito teatral fortalecido con el paso de los años, centros de otras expresiones artísticas, variada oferta gastronómica y el aura de una porteñidad vitalicia. Este fenómeno de proliferación de lugares alternativos se fue generando en casas, patios, sótanos, locales abandonados y reciclados −carpinterías, carboneras, talleres mecánicos, ferreterías y hasta fábricas en desuso−, que fueron convertidos y /o adaptados en pequeñas salas teatrales.