Un tema tan complejo como aun poco explorado en la ficción, la subrogación de vientre por el cual una mujer presta su útero de forma voluntaria para engendrar un bebé de otra persona, y después de dar a luz renunciar a la maternidad, es el eje central de “Subrogar”, la primera novela de Natalia Peroni, licenciada en filosofía con formación en Bioética y co-directora junto con Selva Almada de la librería online Salvaje federal.
“Le habían sugerido no verlo después del parto, pero ella lo exigió. Un momento a solas con ese bebé, antes de entregárselo a la otra”, se puede leer en un fragmento de esta novela, tan breve como potente, plagada de mujeres con los más diversos intereses y deseos.
Una mujer remarca los días en su agenda, destaca una semana: la de mayor fertilidad. Otra mujer abre la heladera y al verla vacía decide encender un cigarrillo y servirse un whisky. Marina y Ofelia no comparten gustos ni intereses. Pero será la necesidad, los cuerpos y el deseo lo que unirá sus vidas para siempre. Mientras tanto, Inesa le debe su nombre a la amante de Lenin (pero sin una “s”). Su vida se la debe a esas dos mujeres.
La novela, publicada por La Flor Azul, bucea en todas las dimensiones posibles de esa experiencia: la expectativa, el amor y el dolor que implican la gestación por sustitución de vientres. Desde la insistencia por concretar el embarazo hasta las condiciones asimétricas de clase, la autora explora los vínculos que atraviesan la idea de maternar y las emociones que se ponen en juego al gestar un hijo al que nunca verán crecer.
“Es una novela que sale del ámbito de lo doméstico para preguntarse y preguntarnos acerca de la maternidad, del derecho sobre los cuerpos, de la manipulación que la medicina, la ciencia y la sociedad ejercen sobre el deseo de ser madre”, escribe en la contratapa Selva Almada, quien fundó junto con Peroni Salvaje Federal, la librería virtual que contribuye a la circulación de la literatura escrita y editada en las provincias.
Un suceso fatal en la trama lleva inevitablemente a preguntarse quién es madre, o mejor aun, ¿quién materna? la persona que cuida, la que gesta, la que desea. La soberanía de los cuerpos de las mujeres se hace presente en la trama y la novela habilita preguntas sobre la configuración de lo que entendemos por conformar una familia.
“Hace años asistí a una charla de una bioeticista americana sobre el tema subrogación de vientres que defendía la práctica cuestionando aquellas posturas en contra que se sustentaban en una supuesta cosificación del cuerpo de la mujer. Enumeraba muchas situaciones en las cuales el cuerpo de la mujer es tomado como una mercancía pero que están socialmente aceptadas o no cuestionadas. Entonces tomé conciencia sobre la importancia de pensar el tema y, a pesar de las inquietudes que produce, cuidar a todos los integrantes del proceso de subrogación”, explicó Peroni a Télam al ser consultada por el disparador de su obra.
Télam: ¿Qué tienen en común los personajes de “Subrogar”?
Natalia Peroni: Todas maternan, como puede hacerlo un hombre aunque esta es una novela de personajes femeninos. Están muy solas, es cierto pero revierten el concepto tradicional de familia y logran relaciones basadas en el amor y el cuidado.
T: ¿Las protagonistas están posicionadas frente a la posibilidad de subrogar un vientre?
NP: Las dos mujeres que intervienen directamente en la subrogación sí están posicionadas. Ofelia a partir de una necesidad económica y Marina como el último intento para cumplir su deseo de ser madre. Inesa vive las consecuencias de algunos imponderables que pueden surgir en este tipo de situaciones. Que son los mismos que pueden surgir en el caso de una madre que está esperando un hijo, una hija.
T: ¿Cómo decidiste el título de la novela?
NP: Fue una sugerencia del editor de La flor azul, Pablo Franco. La novela la había escrito con otro título pero confié en todas las sugerencias de Pablo desde el día que me llamo diciéndome que le interesaba publicar la novela.
T: ¿Cómo apareció la referencia a Inessa, “la amante de Lenin”?
NP: Siempre me pareció injusto que se la conozca a Inessa Armand como la amante de Lenin y no como una escritora y revolucionaria francesa que vivió casi toda su vida en Rusia y fue militante clandestina del Partido Obrero Socialdemócrata. Es una suerte de homenaje a mujeres fuertes.
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