25 noviembre, 2024
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Entre cartografías alteradas y sistemas coloniales, Bienalsur inaugura su primera muestra en Europa

Fronteras, mapas, migraciones, sistemas políticos de representación son puestas en duda por Jaluspa Jarpa, Agustina Woodgate, Paola Monzillo y Graciela Sacco, cuatro artistas latinoamericanas que confluyen en la muestra “Al sur del sur”, con la que Bienalsur 2021 inaugura su primera exhibición en Europa, precisamente en Málaga, ese sur de España de frontera porosa como lo define la curadora Diana Wechsler, con un Mediterráneo que decanta identidades consumidas, entre norte y sur.

En La Térmica, espacio cultural de la Diputación de Málaga, abrirá mañana esta muestra que forma parte de la tercera edición de la Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur (Bienalsur) organizada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y desdoblada en dos capítulos: “Cartografías disidentes”, que incluye trabajos de la chilena Voluspa Jarpa (1971), la uruguaya Paola Monzillo (1986) y las argentinas Agustina Woodgate (1981) y Graciela Sacco (Rosario, 1956-2017); y “Zoo”, con obras de Jarpa sobre los zoológicos humanos y la idea del otro como lo exótico racializado.

La cartografía expandida por cinco continentes que propone Bienalur recorre 18.300 kilómetros posando su mirada en y desde Europa, y trazando relaciones a ser descubiertas en las acciones curatoriales de otras latitudes. Esta primera acción en parte del continente que colonizó y devastó culturas y territorios, propone pensarse desde otro lugar, por fuera de historias y narraciones “naturalizadas”, sobre todo, con la expansión de la modernidad colonial que desde el siglo XIX continúa reconfigurando vidas y territorios.

La argentina Agustina Woodgate, que se encuentra en plena tarea de construcción de una obra de bebederos públicos que se inaugurará el 4 de agosto en la Parcour Crans-Montana en Suiza -otra de las sedes de la Bienal- presenta en esta ocasión dos obras “que son parte de una amplio cuerpo de investigación y cartográfico” en el que trabaja desde hace más de cinco años: “Beginners Political World”, un planisferio de los años 1970, y “Sin Titulo (Globo)”, un globo terráqueo de 1945.

Ambas obras, que representan el territorio, fueron lijadas a mano por la artista para generar una erosión de la superficie donde se “revela el planeta en su forma inicial, sin nombres ni fronteras”, según detalla.

“Recordamos nuestra geografía en representaciones familiares: un mapa, un atlas, un globo terráqueo, una imagen del mundo. Estas representaciones planifican nuestro terreno, determinando nuestra percepción del espacio y las relaciones de lugar entre nosotros. Todos apuntan al mismo planeta que determina nuestra gravedad y forma universal”, explica a Télam.

Por otro lado, advierte que con la cartografía digital disminuye el uso de los globos terráqueos como referencia, por lo cual afirma que “la cartografía está desapareciendo” y que “la mano pierde su eficacia y, junto con el propio territorio, se convierte en una entidad aún más inestable”.

“Al lijar los marcadores topográficos y políticos de las naciones del mundo, se revela una especie de implosión social, política y económica que ya está en marcha: prefigura nuestras historias y presagia las incertidumbres de nuestros terrenos construidos”, explica. Y agrega: “Estos no son solo paisajes, sino cartografías de la conciencia humana. A la vez estériles y bendecidos con promesas, estos mapas son propuestas para el futuro”, reflexiona Woodgate.

Por su parte, la artista y arquitecta uruguaya Paola Monzillo presenta “Este es el territorio que habito” (2013) y “Colecciones del Imaginario II” (2014). Ambas obras son parte de un cuerpo de trabajo que desarrolla desde 2009 en torno a las nociones de territorio, cartografía y representación.

“En este sentido, participar de esta exhibición representa una profundización en los temas que vengo investigando ya hace tiempo y la posibilidad de abrir diálogo con el trabajo de otras artistas cuya obra aborda investigaciones similares”, explica.

¿Cómo interactúa tu obra con la de las otras artistas? “Todas las obras que estamos presentando tienen un denominador común que es la exploración en torno a los mapas y lo que ellos representan. El diálogo que se produce entre las diferentes piezas propone repensar las nociones convencionales y normalizadas de territorio, de frontera, de lo que es en sí misma una cartografía, y por otro, señala el poder político que subyace bajo el dispositivo-mapa”, sostiene.

“Al sur del sur” surgió como parte de esos temas recurrentes que se dan cita en los llamados abiertos internacionales para cada edición de la Bienal, desde donde se definen los ejes curatoriales y se trabaja en colaboración con cada una de las instituciones, como parte del cruce entre arte, pensamiento e investigación, sin imposiciones.

“El proyecto juega con la idea del sur, de allí viene su nombre, ¿por qué nos interesa reforzar el esta cuestión de estar al sur? Porque de algún modo y siguiendo un poco lo que la línea de Bienalsur plantea, el sur aparece como un estado de pensamiento, como un punto de enunciación desde el cual nosotros estamos diciendo otra cosa y buscando pensar desde otro lugar. Y en ese sentido hay una problemática que articula toda esta muestra que es la de las cartografías, la de poder pensar desde la lógica del giro cartográfico el mundo en el que vivimos”, explica la directora artística de Bienalsur y curadora de la muestra, Diana Wechsler.

En “Cartografías disidentes” se presenta el encuentro de las cuatro artistas del cono sur que trabajan con mapas como disparadores de parte de sus proyectos artísticos, señala Wechsler y agrega que las artistas plantean “versiones alternativas de cartografías que nos muestran otras miradas sobre el mundo”. En estos trabajos se sitúan aspectos invisibilizados “y en este punto es donde se encuentra esta disidencia, esta mirada que alumbra otras realidades y la posibilidad de un pensamiento crítico”, define.

Es así que los trabajos de Jarpa, Monzillo y Woodgate convergen en esta propuesta, que incorpora a Graciela Sacco. Sobre la rosarina, que participó en la primera bienal de 2017 -el mismo año de su muerte- con la acción “¿Quién fue?”, la curadora destaca la presencia del mapa en parte de sus trabajos -como “Bocanada” de 1993- y su enunciado poético del derecho “a un metro cuadrado de tierra para cada ser humano que habite este planeta”, y afirma: “era interesante situar -reactivar desde el presente- este planteo”.

“Además porque la obra elegida es justamente una que presenta un planisferio desgastado (una mesa con la incrustación fotográfica del mapa), intervenido con un tenedor que pincha con una de las ´bocanadas´ (una de las icónicas imágenes de Sacco) que es la de América Latina, y a su vez está como derramando bocanadas”, refiere sobre la serie de la artista que remite al hambre, al grito, o a la incapacidad de decir algo como acto político.

En paralelo, “Zoo” -que incluye instalación, pinturas, videos, gráfica y objetos-, es una propuesta exclusivo de Jarpa, que “trabaja a partir de la lógica del archivo, de replantear la historia, las narraciones” y con ello altera “las maneras en que está ordenado el mundo”, explica Wechsler.

En su obra “trata de desmontar los sesgos y ponerlos en evidencia” desde el trabajo con documentos censurados o desclasificados -como el de los 90 que permitieron conocer la injerencia política extranjera en los países latinoamericanos y los golpes de estado-, y que en esta oportunidad pone en foco los zoológicos humanos.

Estos zoológicos, con la exposición de personas como si fueran animales en una feria de atracciones, fue una práctica utilizada en Europa desde comienzos del siglo XIX, fomentada como feria a partir de 1874, con una última exposición en 1958 en Bruselas, luego de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948.

“Un fenómeno que ha sido bastante desatendido y que sin embargo da cuenta de las maneras en que la lógica del colonialismo europeo del siglo XIX fue construyendo la idea del salvaje, el exótico, el otro a someter”, una lógica que “sigue viva en relación a los migrantes”

Diana Wechsler

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Con este proyecto en Málaga se busca “descolonizar las miradas, el pensamiento y suspender estas lógicas instituidas para habilitar la posibilidad de pensar de nuevo”, ante la presencia de mapas diferentes a los conocidos, o como en el caso de Jarpa, que resalta los flujos migratorios forzados desde la Patagonia a ciudades como París, Londres o Bruselas para ser exhibidos.

La relación de esta lógica de los zoológicos humanos y el cruce con las perspectivas contemporáneas que segregan, censuran, observan y exotizan al diferente, es la que el mapeo artístico dibuja sobre “cómo se va construyendo esta política de la diferencia, de la distancia, en la mirada que genera estas lógicas sociales de dominación”, concluye Wechsler. 

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