En septiembre del año pasado, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación clausuró el Zoológico de Luján. Casi cuatro meses después murió la elefanta Sharima, en medio de gestiones infructuosas para acceder a ella y evaluar su estado de salud y de una causa penal por supuestos hechos de maltrato animal en el predio.
Sharima tenía enfermedades diagnosticadas y otras sin diagnosticar, y sobrevivía sin ningún tratamiento que la ayudara a superarlas. Su final se precipitó el viernes, cuando cayó a la fosa que rodeaba el recinto que la alojaba, de donde intentaron levantarla con una grúa.
No la pudieron salvar
Sharima había sido traída desde el zoológico de Ragunan, en Indonesia y murió muy joven, con sólo 25 años.
La muerte de la elefanta fue confirmada por la Fundación Franz Weber y Elephants Helpers Argentina. Quienes trabajan incansablemente para poder trasladar a los elefantes de Argentina al santuario de Brasil donde ya se encuentra Mara, la elefanta del Ecoparque de Buenos Aires.
Por su parte, durante una visita al lugar, los cuidadores relataron que se encontraba en buen estado a pesar de que tanto las evidencias como los veterinarios que la vieron a través de videos y fotografías decían lo contrario. Pese a los esfuerzos de la Fundación Franz Weber, fue imposible el ingreso al predio de un profesional independiente para poder hacerle estudios, guiado por los especialistas del Santuario de Elefantes Brasil y tener así un diagnóstico preciso.
Se propusieron diferentes opciones ante las dificultades de la comunicación, pero ya era demasiado tarde. Sharima no pudo esperar más los tiempos de su dueño Jorge Semino. “Estamos desolados, pero al mismo tiempo aliviados. Con sus síntomas, no había ninguna posibilidad que Sharima pudiera estar relativamente cómoda”, dijo Scott Blais, director del santuario de Brasil que ya recibió a la elefanta Mara (procedente del ecoparque porteño) y pronto recibirá a Pocha y Guillermina (desde el zoológico de Mendoza). “Es tremendo, pero la realidad es que cuando abrimos la primera foto con Kat [la mujer de Scott], ni siquiera cambiamos palabras; la magnitud de su enfermedad era tremenda. Estaba muy, muy enferma. La otra realidad es que hasta que la humanidad no cambie, estos animales van a seguir sufriendo. En la Argentina esto va a cambiar. Vamos a salvar a todos los que están encerrados. Los vamos a traer a todos acá”, agregó.
Más denuncias
Hay indicios de que algunas de las patologías de Sharima eran zoonóticas, por lo cual los defensores de los derechos animales exigen conocer los resultados de la necropsia. La muerte de Sharima, señalaron desde la fundación, demuestra una vez más que el encierro enferma y mata, como sucedió también con Pelusa, la elefanta del zoo de La Plata, que falleció en medio de gestiones para su liberación.
“La vida en distintos zoológicos de nuestro país fue un calvario para las dos. Uso de bullhooks y cadenas, explotadas para que el público las montara para dar paseos y sacarse fotos, alquiladas para fiestas y anuncios publicitarios”.
Y para ambas la única liberación fue la muerte. “Estamos convencidos de que esto ha llegado a su fin, tras la fuerte determinación política del Ministerio de Ambiente, que se ha presentado como querellante contra el zoológico de Luján. Una denuncia penal avanza para poner punto final a estas prácticas alejadas de la legalidad y la ética”, explicó Alejandra García, de la Fundación Franz Weber.
Se trata de la investigación abierta contra Zoo Luján SRL por serios incumplimientos de las leyes nacionales y provinciales respecto del trato de los animales y las condiciones para mantener a las especies en cautiverio. La Defensoría del Pueblo de la provincia también fue aceptada como querellante.
“Descansa en paz, se hará justicia, te vamos a recordar siempre”, publicaron en sus páginas de Facebook la Fundación Franz Weber y Elephants Helpers Argentina para despedir a Sharima.