Hasta el último día, Diego fue un animal político. Desde su aparición, el país tuvo 12 presidentes (cuatro de facto), con muchos de los que tuvo relación directa, con cuestionamientos y elogios.
Si bien quedó afuera del campeón mundial de 1978, un joven Maradona se vio obligado a estrechar la mano de Videla un año después, cuando el seleccionado argentino juvenil pasó por Casa Rosada en un agasajo por la coronación en el Mundial de Japón.
Fue durante la presidencia de Raúl Alfonsín que Argentina levantó su segunda Copa del Mundo, con Maradona como referente central, en México ’86. Aun habiendo recibido muchas críticas en la previa al Mundial de parte del propio gobierno, el seleccionado completó fue a Casa Rosada y Maradona tuvo su foto con Alfonsín y la Copa del Mundo, desde el balcón.
Tal vez sea con Carlos Menem con el funcionario de la política con el que Maradona construyó su relación más afín en tiempos de deportista, destacando la gestión del entonces Presidente, de 1989 a 1999, resaltando las decisiones en materia económica tomadas por el entonces ministro Domingo Cavallo, y definiéndose él mismo como un militante del peronismo.
Dueño de frases rimbombantes y críticas hacia el poder en muchos casos, mantuvo una relación distante con Fernando de la Rúa en los dos años de su mandato entre 1999 y 2001, y de mucha crítica hacia Mauricio Macri, de 2015 a 2019, con quien coincidió en su último paso por Boca, cuando el expresidente gestionaba el club y él empezaba el camino del retiro de la actividad.
Crítico de Eduardo Duhalde en su año y medio como presidente, de 2002 a 2003, con el kirchnerismo, en el mandato de Néstor (2003-2007) y en los dos posteriores de Cristina (2007-2015), edificó un vínculo muy estrecho, incluso superior al que tuvo con Menem.
El último año, instalado en el país, tuvo un diálogo periódico con Alberto Fernández, hincha de Argentinos Juniors, club en el que Maradona empezó a dibujar su gigante historia.
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